lunes, 26 de noviembre de 2007

MARIA TERESA CAMPOS CUENTA SU FRACASO.

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María Teresa Campos está acostumbrada a dirigir equipos, y eso es lo que hace durante la sesión de fotos. Controla el maquillaje, la peluquería, el vestuario; se acerca curiosa al visor de la cámara digital y aprueba, encantada, la selección que el fotógrafo realiza para seguir posando, siempre según una idea precisa. El proceso es rápido porque todo responde a las órdenes que ella ha dado desde el primer momento. No se pierde el tiempo, porque ella no lo tiene. La conversación es distendida, parece cómoda y afronta las cuestiones con serenidad.


La última vez que la entrevisté estaba atacada: la televisión por la mañana, la radio por la tarde... ¿Está más tranquila?
Mucho más. En la radio estoy dos horas y en la tele tengo dos programas al mes. He vuelto porque mi sitio era Telecinco y el espacio que me han ofrecido es exactamente lo que yo quería hacer. Vengo de informativos y me gustaba la idea de abordar monográficos dedicados a una figura política y realizar un debate con análisis.

¿Estamos ante el regreso de la Campos, ante un punto y aparte o una continuidad en su trayectoria?
No es una continuidad, porque yo realizaba un tipo de programa que ya no es lo que hago. En su momento, intenté hacer un magacín con una parte más frívola y otra más seria, pero he hecho de todo en mi vida profesional y los espacios de debate no son algo nuevo... Es más, reconozco que no sé porqué lo dejé, puesto que, en ese momento, tenía más de un millón de espectadores...

Hay un aprendizaje del éxito pero, ¿lo hay también del fracaso?
Mucho más. Siempre hay que tener cuidado con el éxito, aunque en mi caso llegó poco a poco. Empecé a ser popular en Málaga, luego hice las tardes y después llegaron las mañanas. Todo ha ido en oleadas. Es algo que he heredado de mi abuelo, que se arruinó varias veces pero siempre levantaba el cuello y seguía adelante sin tirar la toalla. La vida va por etapas: el éxito y el fracaso son parte de ellas, y yo he disfrutado de las dos porque he aprendido mucho de cada una.

Existen ejemplos de éxitos incomprensibles en este mundo, ¿también ocurre con el fracaso?
A veces no hay explicación ni para lo uno ni para lo otro. La popularidad se entiende cuando un programa o un profesional se mantienen, pero nadie triunfa siempre, ni es bueno continúamente. Sería algo así como ganar las elecciones con mayoría absoluta: al final se necesita un cambio que regenere la situación.

¿Y usted cree que en esa época de celebridad se le pudo ir la cabeza?
No, para nada, eso no lo admito. Lo cierto es que hubo razones para tomar las decisiones que tomé, de las que luego me arrepentí, y hoy lo veo con perspectiva.

Pero no me refería tanto a una decisión profesional como al hecho de perder el contacto con la vida, con el mundo real...
No, tampoco. Más bien al contrario. Yo cuento con el mismo equipo de siempre y, de todos ellos, yo era quien más tenía los pies en la tierra. Cuando les decía que el público puede decidir de un día para otro que algo no le gusta no se lo tomaban en serio. Yo he sabido que cada día que salía en pantalla me lo tenía que ganar a pulso porque, en cuanto bajara la guardia, el público se podía ir. Lo malo es cuando estás siempre en alerta, echas el resto, haces todo lo que te dicen que debes hacer y la cosa no va bien. Los cambios son peligrosos, sobre todo cuando no tienes armas para asumir que los contenidos que funcionan en una cadena no lo hacen en otra.

Superada esa fase, ¿con qué política vuelve a la televisión?
Con la del sentimiento que he visto de la gente hacia mí en cada sitio al que iba. Todos me hablaban con cariño y me preguntaban que cuándo volvería. Después de tantos años me ven como parte de la familia.

La audiencia ha respondido, ¿cree que la crítica también?
Bueno, no puedes esperar gustarle a todo el mundo. Ahora, si lo dice por los que piensan que debería retirarme... Pues me sorprende. A nadie se le ocurriría pedir la jubilación de Concha Velasco, que tiene más o menos mi edad y que está triunfando en la tele y en el teatro. La experiencia no sólo es un grado, te da un bagaje para ser mejor profesional. Ese empeño por retirar a la gente sólo lo entiendo cuando alguien quiere eliminarte para ocupar tu puesto.

Si uno quiere que a Teresa se le ilumine el rostro sólo tiene que cambiar de tercio y preguntar por la familia o por el amor. A esta matriarca de energía desbordante se le llena la boca cuando habla de sus hijas. Una de las colaboradoras de La noria es su hija Terelu, ¿cómo la ve?
Estoy encantada. Primero por saber que cuentan con ella y segundo, porque puede demostrar una faceta que el público ya conoce tras su paso por el programa Con T de tarde, en Telemadrid, que es la seriedad. Ella se mantuvo siete años con su programa, y eso no se hace por ser hija de nadie sino porque la audiencia te quiere. Ahora colabora en las entrevistas, en el debate y la gente me comenta lo bien que lo hace.

No sé, María Teresa, la veo realmente muy feliz...
No es que haya sido infeliz antes, porque el trabajo me ha dado muchas alegrías... pero también muchas penas. Lo que pasa es que ahora tengo menos angustias. ¡Y ya era hora! Yo ya no tengo que demostrar nada, sólo pido que se reconozca todo lo que he hecho en esta profesión. Mientras tanto, sólo pienso en disfrutar. Tengo unos pilares que, si me fallan, me quedo sin nada, pero el trabajo no es uno de ellos. El tiempo pasa. Y pasan las personas. Al final, los seres queridos se van y llega el miedo, no a morir, sino a la pérdida de facultades. Ahora te fijas en eso, sin embargo es ley de vida. Pero, si me lo preguntas, sí, estoy feliz.

Y en el terreno personal, ¿qué errores evitará en el futuro?
Algunos creen que esto me ha servido para ver quiénes eran mis verdaderos amigos, pero yo he sabido siempre lo que podía esperar de cada persona. Una no es tonta. A la gente se la quiere con sus virtudes y sus defectos y, sinceramente, tampoco tengo por qué esperar más de nadie. No creo en las adhesiones inquebrantables. Otra cosa es hablar mal de quien sólo te ha hecho el bien... La sorpresa me la he llevado con el caso contrario: de quienes no esperaba nada y me han seguido llamando para darme ánimos.

Todas las mañanas, María Teresa Campos acude a Punto Radio para darse un baño de libertad. Sin la obsesión por los datos de audiencia, que determinan al día siguiente el éxito o el fracaso de un programa de televisión, realiza a diario ante los micrófonos el programa que quiere. Se la ve más relajada que en otras ocasiones; cansada, sí, pero con el cansancio de una mala noche, no de meses de agotador doble empleo y las tensiones causadas por el constante análisis del rating y el share. ¿Se da cuenta de que la audiencia le ha causado, no sé si podría llamarla así, una patología?
Sí, se puede, porque lo es. Pero ha sido una patología inducida por otros, por el propio sistema. Se trata de un conjunto de síntomas que te obliga a analizar el minuto a minuto para ver en qué has fallado o te lleva a sufrir cuando baja la media dos puntos, con la responsabilidad que todo eso conlleva hacia la publicidad que se ha contrado en tu espacio y en el hecho mismo de mantenerte líder.

¿Se puede hacer el programa que uno quiero con esa presión?
La clave en televisión está en el equilibrio entre lo que se quiere y lo que se puede. Pero es verdaderamente difícil. Si vas a la hemeroteca, verás que yo decía que mi sueño era hacer un buen programa, sin pensar en el minuto a minuto y sin aspirar a ser la primera.

¿Hay dos Campos, la de la tele y la de la radio?
En cierto modo sí, porque en la radio eres feliz hasta que llega el EGM, mientras que en la tele eres siempre infeliz porque te dan al audiencia al día siguiente.

¿Y qué tal ahora en Punto Radio?
Estoy encantada porque he vuelto a recuperar la ilusión por la radio, que siempre ha sido mi vida. Sin embargo, me habían pasado cosas que me hicieron pensar que no volvería. Me alegro de haberme equivocado. Estoy cómoda en este medio, me divierto mucho y me resulta fácil. Queremos hacer una radio distendida pero cercana, de denuncia, algo didáctica. Además, me encanta trabajar en equipo con los servicios informativos cuando se producen noticias de alcance. Y es un gusto recuperar las entrevistas en profundidad en las que puedes crear un clima, una entrevista pausada. Así es como me gusta hacer las cosas.

A la televisión se la acusa de contener programas basura, ¿cree que también existe la radio basura?
Dicho así es un exceso. Lo que hay, en todo caso, son elementos provocadores a su modo. En medio hay una cuestión política, porque los medios están muy politizados. Para mí, la objetividad es la justicia, porque es difícil que el periodista, como ser humano, no tome partido por una ideología, pero no debe hacerlo por una organización política. Sólo hay algo que parece dolerle de verdad. Se trata de una cuestión en la que tiene razón, y es que no se le haya reconocido el valor de dirigir y moderar una tertulia de actualidad política que ahora, como los mismos contertulios, ha sido heredada por otros programas. Y es precisamente de esa pionera sección, y no de su largo reinado de audiencias matinales, de lo que más orgullosa se siente.

QUÉ ME PARECE LA TELEVISIÓN ACTUAL...

  • 'POR LAS MAÑANAS se hacen buenos programas, muy parecidos a los que yo hacía, porque no hay nada especialmente nuevo. Sin embargo, he visto un cambio muy positivo en Telecinco, que va sobrada de audiencia y ha reconvertido algunos espacios que antes eran polémicos en programas más informativos, como 'Está pasando', o debates de cotilleo, en otros cargados de actualidad, como 'La noria'. Es una evolución a mejor'.
  • 'LO PEOR ES LA NOCHE
  • , que parece una especie de batiburrillo de series. Se han dejado de hacer programas, salvo en la franja del late night, que están muy bien, pero echo mucho de menos el entretenimiento. Yo creo que falta espectáculo en el prime time...'
  • 'TENGO EN MENTE UN NUEVO PROGAMA
  • , (sonríe misteriosa). Todavía no puedo adelantarlo, pero es un espacio muy original con el que poder sorprender a todos con un cambio de género, de estilo. Por ahora no puedo contar nada más...

CUARENTA AÑOS NO SON NADA...

  • LOS COMIENZOS: La radio fue su primera escuela. En ese medio es donde entrevistó a grandes personajes de los 60, como Serrat.
  • 'DÍA A DÍA'
  • : En 1996 ficha por Telecinco, donde se convierte en la reina de las mañanas durante ocho temporadas seguidas.
  • 'CADA DÍA'
  • : En 2004 se pasa a Antena 3 con un programa similar al anterior, pero no tendrá tanto éxito y lo retiran al año siguiente.
  • 'HOMO ZAPPING':
  • La presentadora fue imitada en este programa de Antena 3 en 2005 y demostró su sentido del humor.
  • 'LO QUE INTERESA'
  • : En 2006 volvió con un nuevo magacín en para Antena 3, pero sólo estuvo en pantalla unos pocos meses.
  • LO ÚLTIMO:
  • En 2007 regresa a Telecinco con El laberinto de la memoria, un programa de reportajes sobre personajes relevantes.

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