Mercedes Mila ('Gran Hermano'): 'GH ha sido el mayor acierto de mi vida'
¿En qué pensaba al matricularse en Filosofía y Letras?
En completar mis estudios. Periodismo me parecía poco y, además, no tenía ninguna vocación de periodista.
La pregunta, entonces, sería ¿por qué hizo Periodismo?
Porque quería estudiar Políticas y, en la época franquista, no había esa carrera en Barcelona. Estaba indecisa y mi tía María Asunción Milá, la Salinas, con la que yo pasaba muchas temporadas en Sevilla, me dijo que, por las cartas que le escribía, le parecía que podía ser buena periodista.
Pero luego, la prensa escrita no ha sido su fuerte.
Claro, es que yo no sé escribir. ¡Fíjate qué gracia! pero así es la historia. Mi única vocación era la política, me apasionaba.
¿Terminó Filosofía y Letras?
No, ¡qué va!, abandoné la carrera en minuto y medio porque el Periodismo me captó como un pulpo. Empecé a trabajar en Sevilla, en El Correo de Andalucía, porque mi tía me consiguió unas prácticas. Luego entré en televisión, en Miramar, en informativos, de becaria. Después los de deportes de allí me ofrecieron trabajo y lo acepté.
En radio trabajó con los grandes: Luis del Olmo, Gabilondo...
Luis era el presentador de radio por excelencia, el rey del mambo en la radio, lo más cuando yo era un mindundi partido por la mitad. Con él estuve tres años haciendo de reportera de calle, iba con una unidad móvil. Con Iñaki hice un programa cultural, Queremos saber, que él compaginaba con la dirección de informativos de la SER. Al final me dijo: 'Mira tía, yo no puedo con todo, sigue tú sola'.
¿Su vocación política se diluyó entre los deportes y la cultura?
Aprendí muchísimo haciendo deportes. Pensaba que el deporte era una tontería y es mentira. Aprendí de los deportistas la constancia, el rigor, el esfuerzo, la estrategia... y me divertí mucho.
Y llegó Dos por dos, en TVE, junto a Isabel Tenaille.
Fue la primera vez que pisé plató y en directo. Isabel era lo más de lo más, tenía mucha experiencia en plató y yo, cero. Sólo fueron tres meses, pero fantásticos. Isabel me enseñó mucho.
Fue su salto a la fama.
Éramos dos chicas haciendo entrevistas en un programa, era muy raro entonces, y sólo había una tele. No se medían las audiencias, vivías tranquila dentro de un orden. El único problema era que te dijeran que sí los entrevistados que tú querías traer.
Con José Sámano vivió su época dorada en televisión: Buenas noches, De jueves a jueves, El martes que viene, Queremos saber...
En Buenas noches, el primer programa en el que hago las entrevistas que quiero hacer, colabora y es parte totalmente imprescindible José Sámano.
Después de cada programa, lo visionaban para corregir errores.
Es verdad, trabajábamos muchísimo más de lo que trabajo ahora. ¡Tenía tanto que aprender! Sámano y yo nos pasábamos horas corrigiendo juntos cuestiones de iluminación, realización, posturas mías, cómo había hablado en un momento dado, cómo había movido las manos...
Con las televisiones privadas el éxito empieza a ser más difícil.
Cuando hicimos El martes que viene empezaron las privadas, pero la diferencia de potencia con TVE era tan grande que no cambiaron mucho las cosas. Pero con Más que palabras, la cosa cambió. No terminamos de encontrar el formato. Nos desgastamos de tal forma que se crearon entre nosotros enormes tensiones. Preferimos asumir el fracaso y retirarnos. Nos fuimos perdiendo dinero y ahí empezó un declive personal que terminó en nuestra separación.
Su primer doble fracaso.
Lo perdí todo. Pasé de tener una productora, secretaria, conductor, guionistas, apoyo total de Sámano... a quedarme sola con un móvil en la mano.
Pero Jesús Hermida llamó a ese móvil, otro grande a su lado.
Sí, hicimos juntos el programa Sin límites y simplemente cumplimos lo que nos pidieron: diez semanas.
¿El segundo pinchazo marcó el declive?
Cuando acabó el programa, sentí terror. Había vivido de mi trabajo desde los dieciocho años y vi con pánico que llevaba varios meses sin entrar dinero en mi cuenta y que yo no podía vivir con lo que me quedaba. Tenía que trabajar como fuese. Hubiera dado lo que fuera porque me hubiesen dado entonces un trabajo, el que saliese. Viví una crisis muy fuerte y no tuve la suerte de que me llamara nadie en mucho tiempo.
¿Cuántos meses estuvo así?
Un año y medio, más o menos. Hasta que un día sonó el teléfono y me ofrecieron presentar Gran Hermano. Se sorprendieron mucho de que lo conociera y de que estuviera dispuesta y encantada, desde el primer instante, a hablar del tema.
Como nos sorprendimos todos.
Yo, no. Sólo quise saber hasta qué punto iban a ser serios, porque el programa podía ser una chapuza o ser apasionante. Ese mismo día nos vimos porque me iba a África al día siguiente. Les hice diez mil preguntas y me decidí en 24 horas, convencida de que iba a ser un trabajo genial.
¿En qué condiciones aceptó?
Sin saber ni lo que iba a cobrar, ni cuándo iba a empezar a trabajar, me fui a Zimbawe y lo dejé todo en manos de un amigo, muy amigo, José Miguel Sánchez Guitián, que se ocupó de todo. Al volver estaba contratada y a los diez días me planté delante de las cámaras de Gran Hermano.
Hay quien sigue sin entender que aceptara.
Para mí, es el mayor acierto de mi vida.
Adiós a la política, adiós a las entrevistas comprometidas, adiós al periodismo.
No, a mí me mueven los seres humanos. A lo largo de mi vida, las entrevistas que he hecho, muy variopintas, las he hecho tratando de conocer a los seres humanos.
De la primera edición de Gran Hermano dijo que era un experimento sociológico.
Y lo era.
Incluso, le parecía un programa blanco, casi de Walt Disney.
Y era verdad.
El año pasado, a muchos nos dio... no sé si decir tristeza...
(Me interrumpe) Dilo, di tristeza. Yo el año pasado lo pasé fatal.
Da tristeza verla rodeada de escenas a veces muy vulgares, debatiendo si uno se come los mocos o si un transexual tiene el pene muy largo y no se explica dónde lo mete y cómo lo disimula.
Vamos a ver. Antes de nada te diré que Amor es un transexual que quiere operarse y que busca el dinero de Gran Hermano para poder hacerlo. Y a mí me parece un ser humano excepcional que me fascina. Y si tú no me ves pedir perdón en Gran Hermano es porque todo lo demás lo asumo y lo repetiría igual mil veces.
¿No le preocupa bajar el listón cada vez más?
A mí me preocupa mucho más que hablar de rabos o de meadas en la ducha -que no me supone ningún problema- la violencia, el maltrato a los niños, a las mujeres, la injusticia de un concursante contra otro... Eso no lo soporto y por ahí no paso.
No le preocupa que el programa termine cayendo en lo chabacano.
Nunca me ha causado ningún problema el nivel de Gran Hermano. Desde el principio acordamos que nunca sacaríamos nada que tenga que ver con el cuarto de baño y que no seríamos explícitos con el sexo; y dije que el día que eso no se respetase, saldría por la puerta. Y nunca lo hemos hecho. Entiendo que a ti no te guste el programa; a ti y a mucha gente, lo entiendo; pero a mí eso no me molesta. Es verdad que a veces las paso canutas cuando los entrevisto al salir de la casa porque alguno me ha salido rana; pero es que, a su vez, ellos tienen derecho a defenderse y yo a pedirles perdón.
Hace un segundo programa en Telecinco, Diario de..., que parece una forma de justificarse, de decir que es capaz de tratar temas serios, de hacer reportajes de investigación... que sigue existiendo la otra Mercedes Milá.
¡Qué manía con que hay dos Mercedes! No hay otra, soy la misma. Hago ese otro programa porque quiero trabajar todo el año, no sólo tres meses, que es lo que dura Gran Hermano. Les dije a los directivos de Telecinco que me buscaran otro programa porque, si no, me iba de la cadena. Y no hay más.
¿Lo hace por dinero?
No, es cuestión de que yo soy periodista y, cuanto más vieja soy, quiero preguntar más cosas y seguir teniendo seres humanos delante. ¿Eso es tan raro?
¿Sabe que, cuanto más mayor es, más cortas se pone las faldas, más bajos los escotes y más pecho aparece?
¡Pues estupendo! ¡Mira qué bien! Ahora todo el mundo se cree que me he operado la cara y las tetas, y no me he operado de nada. El día que saqué ese escote fue porque me puse un corsé precioso --el sueño de mi vida-- todo de encaje, de Andrés Sardá. Le dije entonces a mi estilista que me buscase una falda tejana cortita porque quería romper.
Y a fe que lo logró.
(Risas). Yo juego todo el rato, soy parte del espectáculo y voy a por todas. Si la gente se cree que voy a ir siempre con un smoking, monísima y muy clásica, lo tiene claro. ¡Yo tengo que cambiar! Si no lo hago, me aburro como una mona.
DOS COSAS CLARAS | UNA VIDA DEDICADA AL PERIODISMO |
Nuria Roca acaba de hacer su debut como escritora con su libro, Sexualmente. La presentadora está muy contenta con la acogida de este texto, que recoge historias íntimas para “desmitificar muchas de las cosas sobre las relaciones entre personas”. Nuria, casada por el crítico taurino Juan del Val y madre de dos hijos, está vinculada a Canal 9 y a Cuatro, donde presentará en breve la segunda edición del programa ‘Factor X’.
Descríbase en dos o tres adjetivos: Optimista, responsable y soñadora.
Qué no le gustaría que dijeran de usted: Que soy prepotente.
Un momento literario memorable: Todos los libros de Juan José Millás.
Un momento deportivo inolvidable: Cualquier partido de tenis de Rafa Nadal.
Y un momento cinematográfico: La lista de Schindler.
El libro que marcó tu vida: Laura y Julio de Millás.
Relee los libros: Nunca.
Qué le gusta hacer cuando no trabaja: Ir al cine, lo cultivo más que leer.
Si le tocara la bonoloto qué es lo que nunca haría: Dejar de trabajar.
Y lo que sí: Tomarme un año sabático.
Suele poner excusas cuando no tiene ganas de ir a un sitio: Sí, cada vez digo más la verdad.
La bola más increíble –por disparatada- que ha contado: Muchas, aunque primero me las tengo que creer porque fingo muy mal.
La película que nunca olvida: Qué Bello es vivir
Un pequeño placer en su profesión: Cuando acabas un programa de televisión.
Y fuera de él: Comer.
De no ser lo que es, ¿qué le hubiese gustado ser?: Pintora.
¿A quién y qué envidia?: No envidio a nadie. Estoy satisfecha conmigo misma.
¿A quién y qué detesta?: Quiero tener lejos a la gente que no aporta nada para que no me contaminen.
No se quisiera morir sin: Sin tener la consciencia tranquila.
Sueño recurrente: Volar buceando.
El mejor olor: Azahar.
El mejor sabor: La paella.
El mejor sonido: El mar.
El mejor color: El verde.
¿Qué hacia el día que se casaron los Príncipes de Asturias?: Estaba viendo la boda por televisión. Además, yo vivía muy cerca del Palacio Real pero había mucha gente.
¿Dónde estaba el día que cayeron las Torres Gemelas?: Estaba trabajando en televisión. Me enteré en un ascensor y no daba crédito.
La noticia que más ilusión le haría ver en un periódico: El fin del terrorismo.
Y la que más le ha impresionado últimamente: El círculo mediático montado alrededor del caso Madeleine.
¿Suele llorar con las películas?: Muchísimo, busco películas para eso, llevando un paquete de kleenex.
¿Cuándo y por qué tuvo un ataque de risa incontrolado?: Haciendo un informativo en televisión.
¿Qué le hace pasar vergüenza?: Tengo pánico al ridículo, a quedarme en blanco.
LA GUIA TV y VANITATIS.
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