Verónica González es hoy un mujer sin esperanzas. Tenía catorce años cuando comenzaron sus paseos por el lado oscuro de la luna y se adentró en un pozo sin fondo. El alcoholismo se apoderó de ella y acabó convirtiéndose en su chulo. A él le entregaba lo poco que tenía. Después, tras los excesos, llegaba la desesperación. Era entonces, recién aterrizada del subidón, cuando quería morir. Diez fueron las ocasiones en que intentó suicidarse. Demasiadas muescas para un revolver tan joven.
La familia González dejó de vivir el día en que recibieron aquella llamada telefónica donde les comunicaban que su hijo había muerto por sobredosis. La historia volvió a repetirse un tiempo después. La heroína acabó llevándose por delante a otra de sus hijas que, para colmo de desgracias, dejaba huérfana a una niña de corta edad.
Un mundo de sombras
Verónica sólo pudo escapar al dolor por la pérdida de sus hermanos sumergiéndose otra vez en el alcohol. No tuvo fuerzas para seguir con el programa de rehabilitación que había empezado semanas antes a la tragedia. Sus padres rezaban para que al menos esta hija, la única que les quedaba con vida, abandonara el mundo de sombras donde vivía. Una carrera de fondo que todavía dura.
No le ha hecho ningún bien a la frágil Verónica el saltar a los medios de comunicación. Todo ocurrió por casualidad, cuando conoció a Julián Fernández, autor de la biografía de Encarna Sánchez, que en ese momento preparaba un libro sobre Belén Esteban. Verónica no tuvo inconveniente en ofrecer su testimonio sobre la mal llamada “princesa del pueblo”. Habló de las correrías que compartieron siendo adolescentes. Después, saltaría a la televisión. Intervenciones que no le favorecieron en nada por estar más ebria que sobria. El asunto se salió de madre cuando denunció a Fran Álvarez por agresión. Todo quedó en agua de borrajas porque Vero dio marcha atrás. Lo mejor que pudo hacer.
La última carta
Hoy, cuando ya han pasado unos meses de su llegada al mundo rosa, Verónica González ha comprendido que no le ha valido la pena. Se viene abajo cuando ve que en ciertos programas de televisión bromean con su alcoholismo y la llaman por el apelativo de Lady Nenuco. Ella está convencida de que no es algo casual y cree que es el mismísimo Jorge Javier Vázquez quien la ha bautizado con ese sobrenombre, pues fue a él, en una entrevista que hace muchos años le concedió para Teleindiscreta, a quien, entre pregunta y respuesta, le confesó que cuando no tenía dinero para bebida, echaba mano de la colonia Nenuco.
Tanta exposición mediática le ha pasado factura. A día de hoy, atraviesa una de sus peores crisis. Su salvación pasa por el ingreso en un centro especializado en alcoholismo. El tratamiento es caro y la familia González no dispone del dinero necesario. Lo poco que tenían se les está yendo en pagar al abogado que han contratado para meter en cintura legal a todos aquellos que se han sobrepasado en sus apreciaciones sobre Verónica. No obstante, como todos los supervivientes, también esta familia intenta jugar estos días una última carta. Consistiría en que la madre de Vero se sentara en un plató de televisión para explicar el drama familiar que viven en su casa. Sin duda, un testimonio desgarrador que no dejaría indiferente a nadie.
Las circunstancias personales de Verónica han interesado a Julián Fernández, quien prepara un libro sobre su vida. El proyecto ya está muy avanzado y no queda demasiado lejano el día en que se presente en público. Sin duda, muy necesario para entender el universo una joven, llamada Verónica González, que lo apostó todo al rojo y salió negro.
Extraconfidencial.com
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